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Ya ha habido quien lo ha dicho antes y mejor.

Saturday, January 23, 2010

La Cinta Blanca (Das Weiße Band - Eine deutsche Kindergeschichte, Michael Haneke 2009)

Una aldea alemana inmediatamente antes del estallido de la Gran Guerra. Los habitantes se dividen de acuerdo con estos criterios: Por riqueza: Ricos / Pobres. Por sexo: Hombres / Mujeres. Por edad: Adultos / Niños.

La relación que destaca por encima de todas en la película es de sometimiento: sobre los pobres, sobre las mujeres y sobre los niños. El director (Michael Haneke) se cuida de que la autoría de los crímenes que empiezan a sacudir la esclerótica existencia de la comunidad permanezca dudosa. Parece interesado más en su tesis, a saber: la cultura de autoritarismo es el germen del nazismo.

Sin embargo, el detalle de que no se aclare quién cometió los crímenes se sitúa quizá en la línea que postula el libro
Hitler’s Willing Executioners, del historiador Daniel Goldhagen: la responsabilidad por el Holocausto sería así ampliamente compartida por la sociedad alemana a todos los niveles.

La película es larga (144 mins.). Técnicamente, no tengo los conocimientos ni el interés para analizarla desde ese punto de vista. Humildemente, apuntaré a que me recuerda, por la luz, por su realismo nórdico y a veces descarnado, a Bergman (pero tampoco he visto tanto del sueco). Visualmente, no se la ve especialmente rompedora, creo. La música es la que proporcionan los propios personajes, en un par de ocasiones, creo, y sólo en una de ellas cumple su supuesto objetivo de aliviar la angustia.

Los personajes, en general, están tristes. Su capacidad para la interrelación se ve seriamente mermada por la obligación de ajustarse a una serie de parámetros de índole jerárquica y por el temor a transgredirlos. Entre los capaces de distanciarse lo suficiente para percibir este contexto social emponzoñado, voy a mencionar, en primer lugar, a la baronesa. Es curioso que el detonante de su intento de liberación tenga lugar, cómo no, en Italia. Es ya un lugar común que sean los países mediterráneos los contrapuntos habituales para el victorianismo anglosajón o el calvinismo germánico, no hay más que leer a E. M. Forster.

El médico tiene el atractivo de ser, quizás junto con la comadrona, el que parece haber alcanzado el mayor grado de auto consciencia sobre sí y sobre los que le rodean. Sin embargo, su lado oscuro es poderoso y amenaza con devorarle. La comadrona tiene el coraje suficiente para plantarle cara… o no.

La esperanza está representada no por los más listos, sino por los que son capaces de demostrar lo que parece ser un sólido sentido común: el maestro y su novia. Por supuesto, el desarrollo de dicha esperanza no podía hacerse de otro modo que fuera de esa comunidad.

Y así termina la película: la tesis expuesta y, en cuanto a los misterios y a los ¿qué pasaría con?, se deja al espectador la tarea de su elucidación.

2 comments:

Luis S. said...

Sí señor, está bien tener un blog de cine o cultural, más bien, como parece el tuyo. Un blog además es más elástico y flexible que una web, la verdad. Sí, de acuerdo con tus apreciaciones sobre "el origen del mal" en el autoritarismo y, añadiría, la moral protestante. No parece viable el mismo tipo de autoritarismo en una sociedad católica, siempre más fiestera y cálida, lo quiera o no. En España, la dictadura franquista fue "dicta-blanda" comparada con los terribles años del nazismo.
¿Controversia sobre "Mad Men"? Por supuesto. Casi todo es discutible, y más aún sobre productos culturales. Sólo digo y repito que los productos televisivos se parecen todos entre sí, no pueden evitarlo. Hay otras maneras de ver y mostrar y decir.
Un saludo cordial, a seguir con el blog.

Pilar G. said...

La tesis, ampliamente difundida e incluso asumida por los propios alemanes (no en vano, Berlín es una ciudad que desprende sentimiento de culpa) es hoy día cuestionada por algunos historiadores: http://www.elpais.com/articulo/reportajes/dia/verguenza/elpepusocdmg/20080127elpdmgrep_5/Tes?print=1

El influjo del protestantismo… En fin, si no estoy equivocada (podría estarlo porque en el caso de Hitler nada parece seguro), Hitler era católico. Y, por otra parte, si hacemos un recuento de los regímenes totalitarios que en el mundo han sido, creo que ganamos los católicos por goleada.

En definitiva, la supuesta tesis me interesa poco o, simplemente, no me atrapa porque no voy buscando eso, porque no creo que sea eso (o no solo eso). Y tampoco me interesa “quién es el asesino”, me da igual.

Me interesa mucho, en cambio, la frontera que marca entre lo familiar, lo privado, lo íntimo y lo social, lo colectivo, lo público. Se tiende a pensar en lo primero como un paraíso (a pesar de que la realidad es tozuda e insistentemente nos dice que no es así). Casa, como en el juego del rescate, es el lugar en el que uno puede ser uno mismo, relajarse, quitarse la careta y disfrutar porque nunca va a echar en falta el afecto, la comprensión y el respeto. Pero no es así en este caso (ni en el de Mad Men tampoco pero ya hablaremos de Mad Men). En una narración más “tradicional” (por buscar un adjetivo) los personajes hubieran buscado una vía de escape, una “casa” alternativa; y más, claro, en el caso de los niños, que podrían haberse ganado la complicidad y la simpatía del maestro o haber recurrido a la imaginación (¿quién no se ha construido una casa alternativa con cartones y tableros?). Pero no. Esto no es El Bola y las tiernas criaturas se parecen más a las de ¿Quién puede matar a un niño?

Me gusta también que el espectador sí tenga esa vía de escape en el contrapunto que constituyen el maestro y la niñera. Entre tanta sordidez, encontrarse a alguien con capacidad para la ternura, para el amor, para el baile (1, 2, 3, 1, 2, 3…) y los paseos en coche de caballos nos reconforta y da alas a la esperanza.

Y me gusta que sea en blanco y negro. En color sería otra película.

¡Qué bien, Martín, que tengas un blog en el que yo pueda soltar parrafadas! Jajaja.